La delgada línea que separa muchas veces a un profesional de un aficionado no es tan siquiera una titulación oficial, ni siquiera los conocimientos o la experiencia, ni el equipo que use, la gran diferencia entre el profesional y el aficionado es la motivación.
La motivación es la raíz del comportamiento, la causa.
Así, al profesional le motiva el hambre. No en un sentido peyorativo, su comportamiento se centra en subsistir entre tantos lobos con ansia de comida, de llegar a fin de mes, de pagar su cuota de autónomos, quizás de las más altas de Europa.
Al amateur le motiva como bien dice su propia semántica, el amor. Su motivación no es económica, ni hay fusta que hostigue con pago de tributos al Rey y su Corte, no tiene horarios ni obligaciones, tampoco tiene que pelear con los distintos creativos, ni seguir un briefing.
Al aficionado le mueve una pasión, básicamente, se trata de aquellas personas que hacen algo solamente por vocación.
Pero hay algo en común que los une y es indispensable, casi diría tan fisiológico como el respirar: proteger y transportar el preciado equipo.
Hay distintas posibilidades de transportar nuestro equipo como son estuches, chalecos, bolsas, riñoneras, mochilas, bandoleras, maletas, pistoleras y generalmente los fabricantes no hablan de capacidad de carga o del peso que es capaz de soportar sino de medidas volumétricas en litros o centímetros.
A medida que aumenta tu equipo aumenta exponencialmente la compra de diferentes productos para proteger y transportar nuestro equipo. Pongo un ejemplo: si compro una cámara réflex con un objetivo básico tendré que comprar una pistolera. Si compro una cámara compacta tendré que comprar un estuche a su medida. Pero en algún momento preferiré llevar las dos cámaras de fotos juntas en algún tipo bolsa y en algún momento esa bolsa que compré para llevar las dos cámaras juntas no me sirva para hacer un trekking de 25 km o para ir en bicicleta.
La elección de un tipo de estuche, bolsa , mochila, bandolera, etc ,responderá a tres preguntas básicas: ¿Qué vamos a transportar? ¿Cómo nos vamos a mover? y ¿Cómo podemos acceder a nuestra cámara?
Porque obviamente no es lo mismo llevar un equipo de fotografía de dos cuerpos réflex con sus respectivos flashes, objetivos y accesorios que un equipo de una cámara Evil con su objetivo.
Tampoco es lo mismo llevar tu equipo largas distancias a pie sobre los hombros que llevar el equipo en unas alforjas en el transportín de una bicicleta, en el maletero de un coche, en la bodega de un avión o en un kayak.
Ni tampoco accedo igual a mi cámara desde una mochila DryZone impermeable que en una mochila con apertura lateral u otra con apertura en la zona lumbar.
Y aunque suene bastante pesimista, no existe la bolsa perfecta de transporte.
Al final, de la combinación de varias o de la adaptación de un bolso normal con separadores puedes encontrar un equilibrio para cubrir tus necesidades sin llegar a un “all in one” y acabar machacando tu espalda. No hay que llevarse todo.
Cada uno debe de encontrar su combinación ideal de equipo-peso y evitar siempre sobrepasar los límites de nuestro cuerpo para prevenir lesiones de por vida.
Aquí os dejo otro brico donde convertir una mochila de montaña en otra apta para proteger tu equipo.
Yo suelo llevar en mis viajes la combinación de una mochila Lowepro Slingshot 200 AW, actualmente sustituida por la Slingshot Edge 250 AW, más la propia bolsa bandolera que trae el NIKKOR 70-200MM F/2.8G ED VR II, por varias razones:
– Equilibrio de pesos.
Repartiendo el peso alivia tu espalda, sobre todo cuando estas todo el día moviéndote con el equipo.
– Mochila delante o detrás.
Siempre es un extra de seguridad llevar tu mochila sobre el pecho, la llevas delante de tí.
Pero además, cuando viajo llevo otra mochila más con ropa y demás enseres de viaje en la espalda. Siempre me ha permitido moverme con más rapidez en los desplazamientos de un hotel a otro, dejándome las manos libres. Una maleta me da menos libertad de movimientos y con mi configuración lo llevas todo “pegado a ti”.
La Lowepro Slingschot 200 AW además te permite usar como una mochila sobre la espalda con una correa a modo de cincha para dar más firmeza y sujeción (igual en la actual Edge 250 AW). Pero nunca aconsejaría estas mochilas para largas caminatas.
– Apertura lateral en la mochila.
Cuando tengo la mochila sobre el pecho, gano en rapidez a la hora de sacar, hacer la foto y guardar la cámara. Máxime en zonas conflictivas o de riesgo.
Esta combinación me permite llevar una Nikon D3s, un NIKKOR 70-200MM F/2.8G ED VR II, un NIKKOR 24–70MM F/2.8E ED VR, un MICRO NIKKOR 60MM F/2.8G ED y un Zeiss Distagon T* 35mm f/2 ZF, más que suficiente para cubrir un viaje donde prescindes de llevar iluminación.
La Lowepro Slingshot existe en dos tamaños y los nuevos modelos cuentan con un bolsillo para transportar agua y unos enganches para el trípode. Una evolución tan obvia pero que ha tardado años en evolucionar en este modelo. El cover que trae es práctico para la lluvia pero no es totalmente impermeable. Si os cae una lluvia torrencial, agarrar una bolsa grande de plástico y enrollar vuestra mochila. Yo siempre llevo la típica bolsa de manta de El Corte Inglés.
No porque vuestro equipo se llegue a mojar, posiblemente no pase, pero una mochila húmeda os va a pasar factura al equipo, sobre todo en los cambios bruscos de zonas cálidas a zonas con aire acondicionado. Llevar siempre encima bolsas desencantes de gel de sílice, os evitara hongos en vuestra lente y corregira ese molesto vaho.
;-)